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31 Sin embargo, hambrientos como estaban, persiguieron y mataron a los filisteos desde Micmás hasta Ayalón, debilitándose cada vez más. 32 Y aquella tarde se lanzaron sobre los despojos de la batalla y mataron ovejas, bueyes y cabritos y comieron carne sin desangrar. 33 Alguien le dijo a Saúl lo que estaba ocurriendo, y que el pueblo pecaba contra el Señor comiendo sangre.

―Es una ofensa contra el Señor —dijo Saúl—. Tráiganme acá una piedra grande,

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